lunes, 2 de noviembre de 2009

El pricipio de una historia

Todo empezó una fría tarde de Noviembre. Ella tenía a mucha gente a su alrededor, pero a pesar de todas estas personas, ella se sentía sola. Estaba harta de ayudar a todos, de ver como día tras día, si no era uno era otro quien la llamaba o acudía a ella, pero siempre en busca de su ayuda. Eran pocas las personas que realmente se preocupaban por ella, y cuando digo preocupaban me refiero al hecho de preguntarle como estas, de pararse un momento a escucharla sin pedir nada a cambio, de verle la cara y saber si esta bien o mal…

Esa tarde fría de Noviembre decidió marcharse sola, aunque fuese por unas horas, pero de esta manera podría desconectar de todo y todos. Cogió el coche, puso la música, esa música que le acompaña a todos los lugares donde va, y que sin quererlo es la banda sonora de su vida; bajó la ventanilla y emprendió este nuevo, aunque corto viaje que decidió hacer.

No tenía destino fijo, simplemente se dirigió a aquella carretera que tantas veces había visto, pero por la cual nunca había pasado. No sabía bien a donde le podría llevar. En un principio esta carretera era toda recta, con prados a un lado y al otro. Después llegó un tramo en el cual detrás de una curva se encontraba otra, puesto que estaba subiendo a lo alto de una montaña. Desde que salió de su casa había recorrido kilómetros y más kilómetros, y durante todo el trayecto se encontró con tan solo 3 o 4 coches.

En una de estas curvas, antes de comenzar a bajar la montaña por la otra ladera, encontró un mirador, y fue allí, donde por fin, detuvo el coche. Se bajó. Fue caminando lentamente hasta el filo del precipicio, y fue gracias a esa baranda que había allí puesta, que ella no cayó. En cuanto se bajó del coche, su vista solo se dirigía a un lugar. Se quedó perpleja cuando vio esa luna llena que tantas veces hemos visto, pero esta vez se veía una luna más grande de lo normal. Además, desde aquel maravilloso lugar que encontró sin darse cuenta, se podía ver el mar, y en el mar el gran reflejo de aquella nueva luna para ella.

Se quedó bastantes minutos allí parada, hasta que decidió volver al coche. Entonces cogió la manta que tenia en el maletero, se tumbó encima del capó del coche, se tapó y se puso a escuchar el sonido del mar, ese repicar de las olas contra las rocas, ese querer avanzar y no poder a causa de mil y una barreras. Se quedó mirando y pensando durante horas como la luna iba cada vez alejándose más, se alejaba como un día empezaron a alejarse sus sueños, esos sueños que desde bien pequeña siempre había tenido.

1 comentario:

  1. veo que lla tienes una historia pero que se pas que yo estoy aqui para lo que tu necesites sin pedir nada a cambio un beso

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